Son pocos los cristianos que entienden este tema, y esa es la razón por la cual la iglesia de hoy no tiene la vitalidad ni el poder que tuvo la iglesia del primer siglo. La nueva posición del creyente en Cristo hizo posible una íntima relación con el Señor. Algunos maestros bíblicos la han llamado: Vida Victoriosa, Unión con Cristo, etc…
Lo importante es que no existe duda de que hay una gran profundidad espiritual, de poder y de victoria que está a disposición de todos los que creen en Cristo, aunque en realidad sólo la experimentan unos pocos.
LA BUSQUEDA DE LA VICTORIA.
Ser cristiano y vivir como cristiano, son a menudo realidades diferentes. Algunos creen que no tiene esperanza de victoria y se entrega a una vida de mediocridad espiritual. Otros hacen esfuerzos para vencer la influencia del mundo, el demonio y la carne, pero esto no es solución y terminan con más y más frustración. Lo que buscan se encuentra en una persona: Jesucristo.
Es simplemente un asunto de vivir momento a momento con la conciencia de que, por causa de mi absoluta unión con Jesús ante los ojos de Dios:
- Todo lo que él es, yo también lo soy.
- Su victoria sobre el pecado es mi victoria
- Él es santo y sin mancha ante los ojos del Padre y yo también lo soy
- Satanás no tiene autoridad sobre él, ni tampoco la tiene sobre mí.
- Él es más que vencedor y yo también lo soy
Cristo fue crucificado, sepultado, resucito de entre los muertos y está sentado a la diestra del Padre. De acuerdo con la Palabra para Dios todo verdadero creyente fue sometido a las mismas experiencias con Cristo, y ahora está sentado en los lugares celestiales con Cristo.
Mi nueva posición en Cristo me da una total identificación con Jesús ante los ojos del Padre. Cuando el Padre mira a su Hijo, me mira a mí del mismo modo, porque él ve que yo estoy en su Hijo y que su Hijo está en mí.
Cristo eliminó la barrera de separación que había entre Dios y el hombre, el que cree de todo corazón que esa obra fue hecha por él, queda insertado en Cristo, y Cristo en él. Lo que se verifica en uno se verifica en el otro.
Lo que el creyente debe de saber es que ahora está en una nueva posición con Dios, está verdad es la que debemos aprender a vivir. La certeza de está realidad nos muestra nuestra nueva naturaleza y que Dios nos ha dado el poder para vivir por esa naturaleza cada día. No se trata de luchar contra el pecado, sino de saber quien eres ahora y vivir de acuerdo con lo que eres.
Efesios 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, QUE NOS BENDIJO CON TODA BENDICIÓN ESPIRITUAL EN LOS LUGARES CELESTIALES EN CRISTO…”
Esta es una declaración que debería llenarnos de entusiasmo. Para algunos sólo son bendiciones espirituales y para otros se refiere a bendiciones materiales. La verdad es que se refiere a toda bendición. Lo que recibimos de Dios proviene del mundo espiritual y también se traduce en bendiciones materiales. Dios nos bendice con bendiciones que son eternas y que tiene que ver con los hechos de la salvación que nos pertenecen por la obra de Cristo. De la misma manera, Dios nos da bendiciones materiales, pues sabe que mientras estemos en la tierra hay necesidades en nuestras vidas que él suple con abundancia (2Pedro 1: 3) El gozo de la vida cristiana consiste en descubrir cuáles son estas poseciones, espirituales y materiales, y comenzar a disfrutarlas aquí y ahora.
Hay dos relaciones que el creyente tiene con Cristo: la relación de posición y la relación de experiencia. La Biblia nos dice que tan pronto como uno ha nacido de nuevo, ya no puede perder la salvación, por cuanto esta posición eterna nunca dejará de ser cierta en el creyente. La posición eterna es un hecho eterno.
Al nacer de nuevo, el Espíritu Santo lo coloca a uno es relación de familia con Cristo, la cual tiene dos aspectos: el eterno é invisible en los lugares celestiales (donde está Cristo sentado) y el temporal (Terrenal), que es el aspecto de esa relación mientras uno vive aquí en la tierra.
1Corintios 12: 13: “porque por un mismo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo…”
Efesios 5: 30: “Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos”
Hemos sido colocados por en el cuerpo de Cristo por el Espíritu Santo. Este es el nivel de nuestra unión con Cristo. La revelación de esta verdad nos lleva a la comunión diaria que podemos experimentar con Cristo. El propósito de Cristo al morar en nosotros es el de equiparnos para que podamos aquí en esta vida hasta que él venga a llevarnos, o hasta que marchemos a nuestra morada celestial. Nos ha dado al Espíritu Santo a fin de capacitarnos para que llevemos la clase de vida que Dios quiere para nosotros.
Al dejar que el mundo, el demonio o la carne influencien nuestras vidas Cristo no nos deja, pero al caminar de esta manera caminamos como cristianos carnales. Pero si confesamos nuestros pecados y mantenemos nuestra comunión con Dios volvemos a vivir la realidad de nuestra posición y relación vital con Cristo.
Gálatas 2.20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”
Nuestra crucifixión con Cristo es un hecho ya cumplido, y no algo que tengo que realizar cada día o tratar de que Cristo lo haga en mí en algún punto de la vida cristina. Pablo siempre que se refiere a este asunto lo habla en pasado. Ver Romanos 6: 4, 5, 6, 8. Luego en Romanos 6: 9-11 hace una poderosa declaración, no solo hemos muerto al pecado sino que ahora, el pecado no tiene poder sobre nuestras vidas, por eso nos aconseja que no nos dejemos dominar por el. Además ahora estamos vivos para Dios por el poder de la vida eterna en nosotros.
El creyente debe estar consciente de que es un hijo de Dios. Solo se puede comprender esto al renovar nuestra mente. Romanos 12: 2. DHH. Uno tiene que renovar la mente para que la conducta pueda cambiar. No hay modo alguno en que nuestras mentes puedan ser renovadas fuera del poder purificador y nutritivo de la Palabra de Dios.
Acostúmbrate a la Palabra de Dios que declara lo que eres, lo que puedes hacer y lo que tienes. Vive en la Palabra por la guía del Espíritu, declara lo que Dios dice de ti eres una nueva criatura en Cristo, y no hay nada que se interponga entre Dios y tú.
Dios los bendiga.
Ps. Hernán Paredes.