Entre estos jóvenes se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran de Judá, y a los cuales el jefe de oficiales les cambió el nombre: a Daniel lo llamó Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abednego. Pero Daniel se propuso no *contaminarse con la comida y el vino del rey, así que le pidió al jefe de oficiales que no lo obligara a contaminarse. Y aunque Dios había hecho que Daniel se ganara el afecto y la simpatía del jefe de oficiales, éste se vio obligado a responderle a Daniel: «Tengo miedo de mi señor el rey, pues fue él quien te asignó la comida y el vino. Si el rey llega a verte más flaco y demacrado que los otros jóvenes de tu edad, por culpa tuya me cortará la cabeza.»El jefe de oficiales le ordenó a un guardia atender a Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Por su parte, Daniel habló con ese guardia y le dijo: «Por favor, haz con tus siervos una prueba de diez días. Danos de comer sólo verduras, y de beber sólo agua. Pasado ese tiempo, compara nuestro semblante con el de los jóvenes que se alimentan con la comida real, y procede de acuerdo con lo que veas en nosotros.» El guardia aceptó la propuesta, y los sometió a una prueba de diez días. Al cumplirse el plazo, estos jóvenes se veían más sanos y mejor alimentados que cualquiera de los que participaban de la comida real. Así que el guardia les retiró la comida y el vino del rey, y en su lugar siguió alimentándolos con verduras. A estos cuatro jóvenes Dios los dotó de sabiduría e inteligencia para entender toda clase de literatura y ciencia. Además, Daniel podía entender toda visión y todo sueño.
Daniel y sus amigos Ananías, Misael y Azarías, fueron llevados cautivos a Babilonia junto con otro grupo de jóvenes que reunían las características que el Rey Nabucodonosor había pedido. Eran lo mejor de su generación. El propósito era educarlos en la cultura y ciencias de babilonia, que olvidaran su propia nación y al Señor Dios de Israel.
Para esto fueron llevados al palacio y serían tratados con esmero y mucho cuidado. Dentro de los privilegios que gozarían estaba el hecho que comerían lo mismo que el Rey comía y beberían de su vino. Además les cambiaron sus nombres, por nombres que estaban ligados a su máxima deidad, el dios Bel. De esa manera, luego de tres años estarían identificados y comprometidos con Babilonia.
Estaban buscando cambiar su identidad, Pero, Daniel y sus amigos no estaban dispuestos a consentir los cambios que iban contra su relación con Dios. Habían sido criados como judíos devotos y no iban dar concesiones, aun cuando sus vidas podían correr peligro.
Ellos propusieron en sus corazones no contaminarse con la comida que les servían. Le pidieron al hombre que los cuidaba que probara darles solo verduras y legumbres por diez días y que luego comprobara su aspecto con los demás. Al final se veían bien y cuando el Rey los interrogo los encontró DIEZ VECES MAS SABIOS QUE LOS DEMÁS.
¿Cuál es la lección de esta historia? PROPONGAMONOS NO CONTAMINARNOS CON LO QUE EL MUNDO NOS OFRECE.
Nuestras convicciones deben ser definidas por lo que somos, eso definirá también lo que hacemos. La gente normalmente se rige por sus preferencias o conveniencias, en lugar de tener convicciones generadas por la Palabra. Lo que tenemos que hacer es buscar Su voluntad y plan para nuestras vidas.
¿QUÉ ES UNA CONVICCIÓN?
Es una creencia fundamentada en la Palabra de Dios. Debemos tener firmes convicciones bíblicas. Esto nos ayuda a enfrentar el error y el pecado. Esto no es vivir en la ley, sino en la Palabra. “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación de todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos es éste siglo sobria, justa y piadosamente” Tito 2: 11,12
Sin importar lo que enfrente debemos siempre buscar hacer lo correcto. Estas decisiones pueden afectarnos de alguna manera, pero vemos en el caso de Daniel y sus amigos como Dios los respaldó siempre. Enfrentaron el horno de fuego y el pozo de los leones por ser consecuentes con su fe y no con sus conveniencias. (…El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia. Salmos 15:4c)
Se requiere valor, fe, humildad y principios de la Palabra para ser una persona que vive por sus convicciones y no hace concesiones. La gente fácilmente cede a la mentira por su conveniencia, falta a su Palabra porque tiene temor de lo que dirán los demás. Al final no son confiables y no tienen relaciones duraderas.
Viva por la Palabra, no haga concesiones, camine en las convicciones que el Espíritu sella en su corazón, No ceda a las concesiones. Deje que sea Dios el que lo promueva y lleve a la victoria.
DIOS LOS SIGA BENDICIENDO.
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